Los efectos de las drogas en nuestro cerebro se clasifican en tres categorías: estimulantes, que generan actividad y euforia; psicodislépticas, que alteran la percepción; y depresoras, que provocan una relajación profunda a nivel cognitivo y fisiológico. Es en este tercer grupo, las drogas depresoras, en el que nos vamos a detener en este artículo.
¿Qué son las sustancias depresoras?
Son aquellas que actúan sobre el sistema nervioso central, induciendo un estado de relajación muscular, lentitud cognitiva y laxitud de la conciencia, acompañado de una ralentización de procesos fisiológicos como el ritmo cardiaco y la respiración. Por eso, se conocen por ese nombre, porque deprimen el sistema nervioso central.
Una de las características de las drogas depresivas es que actúan de forma sinérgica si se consumen de manera combinada. Mezclar varias de estas drogas puede ser muy peligroso e incluso mortal.
Algunos de los efectos más habituales de su consumo son los siguientes:
- Habla distorsionada
- Confusión
- Dificultades de memoria
- Problemas motores
- Dolor de cabeza
- Sequedad en la boca
- Mareos
- Falta de concentración
- Respiración lenta
- Bajada de tensión
Tipos de drogas depresoras
Existen diferentes tipos de drogas depresoras, que tienen diferentes funciones y usos. A continuación, enumeramos las más habituales.
Alcohol
El alcohol es la droga depresora más accesible y consumida en todo el mundo. Se consideran bebidas alcohólicas aquellas que contienen al menos un 1% de etanol en su composición. Al momento de consumir estas bebidas, produce bienestar, buen humor, desinhibición y locuacidad. Si se sigue bebiendo, se llega a un estado de dificultad motora y cognitiva, somnolencia y periodos de amnesia. La sobredosis provoca coma y en el peor de los casos depresión respiratoria con resultado de muerte.
Benzodiacepinas
En este grupo entran los medicamentos que se recetan para tratar la ansiedad. Actúa sobre un neurotransmisor que se conoce como GABA, y reduce el nivel de la activación cortical. Se consume vía oral y el efecto comienza a los 10 o 15 minutos.
Las benzodiacepinas pueden generar dependencia, sobre todo cuando se usan para conciliar el sueño. El consumo prolongado puede afectar a la memoria a largo plazo.
Barbitúricos
Los barbitúricos son sustancias depresoras no selectivas del sistema nervioso. Se utilizó de forma habitual como tratamiento ansiolítico hasta los años 60, de lo cual derivaron numerosas intoxicaciones con trágicos resultados, ya que la dosis terapéutica y la dosis fatal se encuentran peligrosamente cerca. También tienen un fuerte potencial adictivo, por eso en la actualidad han sido sustituidos por las benzodiacepinas.
Los barbitúricos se utilizan como anestésico en cirugías o para la reanimación en traumatismos craneoencefálicos.
GHB
Otro de los ejemplos de drogas depresoras es el GHB, gamma-hidroxibutirato, o más popularmente conocido como éxtasis líquido. El nombre da lugar a confusión, ya que el éxtasis o MDMA es una sustancia con un efecto bastante diferente al del GHB. Este último se presenta como un líquido transparente y salado que se puede camuflar en cualquier bebida.
Es una sustancia muy habitual en fiestas tipo rave, asociadas a música electrónica y juegos de luces. Los efectos más notables son la euforia y la desinhibición debido a la depresión de la corteza prefrontal. El efecto es rápido, llegando a su punto máximo al cabo de 15 minutos.
Heroína
Se trata de una de las drogas depresoras más adictivas. La forma más habitual de consumo es inyectada, aunque se puede inhalar o fumar. Los síntomas son pesadez extrema de brazos y piernas, lentitud cognitiva, fuerte somnolencia, sequedad en la boca y picores en la piel. También puede provocar vómitos y diarrea incontrolable.
El consumo prolongado genera trastornos del sueño y degradación de las funciones renal y hepática, además de riesgo de sobredosis letal.
Kava
Es una droga un poco menos conocida que las anteriores, pero sus efectos son muy similares. Proviene de una planta de la polinesia cuyo consumo genera en el organismo un estado de reacción y calma, manteniendo en buen estado las funciones cognitivas. Los estudios apuntan a que su potencial adictivo es muy elevado. En la actualidad, para tratar estados de ansiedad, aunque no se ha demostrado su eficacia a nivel terapéutico.
Como vemos, las drogas depresoras se consumen de forma lúdica o con una función terapéutica, aunque todas ellas generan tolerancia muy rápidamente y sus efectos van acompañados de dependencia y síndrome de abstinencia. Además, se produce un fenómeno conocido como tolerancia cruzada, por lo que, si una persona desarrolla tolerancia a una sustancia, también la desarrollará para el resto, aunque las consuma por separado.
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